miércoles, 12 de diciembre de 2012

La calidad educativa según Mauricio Macri

La calidad educativa según Mauricio Macri

La derecha económica sólo ve a la educación como resultado medible y no como un proceso integrador.

 El Jefe de Gobierno y el Ministro de Educación de la Ciudad, presentaron el Índice de Equidad y Calidad de la Educación Porteña (IECEP), "una herramienta de evaluación para las escuelas públicas y privadas porteñas". Este trabajo señala deficiencias y desigualdades del servicio educativo público. Frente al escenario y datos expuestos, Esteban Bullrich propone "que haya una competencia sana entre las escuelas de los mismos distritos y que también sea una forma de involucrar a las familias" como estrategia para incrementar mejoras en el servicio educativo escolar. Esta declaración requiere detenernos a reflexionar.
Por un lado, la "sana" competencia entre escuelas implica al menos dos dimensiones de análisis: una con respecto al término mismo de la categoría "competencia"; y por otro lado, la distinción de responsabilidades entre el poder ejecutivo representado por el Ministerio de Educación y las unidades educativas (escuelas).
La competencia remite a una lógica desarrollada por la ortodoxia económica, cuyos postulados neoliberales causaron profundas consecuencias negativas en la educación estatal, que aún padecemos y explican ciertas deficiencias estructurales del sistema.
Si la "competencia" es el motor rector del incremento de la calidad educativa, la educación deja de ser un derecho social para transformarse en un bien consumible, en un bien de mercado. Los sujetos dejan de ser ciudadanos portadores de derechos, con igualdad de oportunidades en el acceso a los saberes socialmente significativos, para transformarse en consumidores con diferentes posibilidades de elección (determinados por su capacidad adquisitiva).
Con respecto a la responsabilidad para promover situaciones cada vez más equitativas y de calidad, la idea de competencia entre escuelas esconde y desliga las obligaciones indelegables que tiene el poder ejecutivo para atender realidades heterogéneas, situaciones desiguales, deficiencias estructurales, y cuestiones vinculadas a mejorar los procesos de enseñanza aprendizaje.
La competencia entre escuelas implica depositar sobre los factores endógenos de la vida institucional escolar el éxito o fracaso de las trayectorias educativas de los niños, niñas y jóvenes; y al mismo tiempo esconde el verdadero propósito de este gobierno: ofrecer pobres políticas educativas para los sectores más pobres de la ciudadanía, y ofrecer lo mejor que puede otorgar el mercado para aquellos con mayor capacidad adquisitiva.
Pensar en generar futuros rankings entre escuelas es tener esa mirada desde la derecha económica que solo ve a la educación como resultado medible y no como un proceso integrador y de  formación  de personas y con compromiso ciudadano.
Es importante reflexionar también sobre la parte del informe que se refiere a los recursos financieros,  donde el  análisis se plantea como "gasto educativo" y no como inversión educativa. La noción de gasto en educación deja en evidencia la visión que tiene el PRO de la educación como política pública y es más evidente cuando analiza con la misma perspectiva lo relacionado a lo estatal y lo privado como si el Estado tuviera que invertir(gastar) en educación estatal igual que en privada.
Hablar de gasto en educación, de competencia, de ranking de escuelas y valorar por igual lo privado y lo estatal es volver a la lógica del neoliberalismo de los '90 donde todo se mueve por las pautas del mercado. Delia Bisutti