La calidad educativa según Mauricio Macri
La derecha económica sólo ve a la educación como resultado medible y no como un proceso integrador.
El Jefe de Gobierno y el Ministro de Educación de la Ciudad, presentaron
el Índice de Equidad y Calidad de la Educación Porteña (IECEP), "una
herramienta de evaluación para las escuelas públicas y privadas
porteñas". Este trabajo señala deficiencias y desigualdades del servicio
educativo público. Frente al escenario y datos expuestos, Esteban
Bullrich propone "que haya una competencia sana entre las escuelas de
los mismos distritos y que también sea una forma de involucrar a las
familias" como estrategia para incrementar mejoras en el servicio
educativo escolar. Esta declaración requiere detenernos a reflexionar.
Por un lado, la "sana" competencia entre escuelas implica al menos dos
dimensiones de análisis: una con respecto al término mismo de la
categoría "competencia"; y por otro lado, la distinción de
responsabilidades entre el poder ejecutivo representado por el
Ministerio de Educación y las unidades educativas (escuelas).
La competencia remite a una lógica desarrollada por la ortodoxia
económica, cuyos postulados neoliberales causaron profundas
consecuencias negativas en la educación estatal, que aún padecemos y
explican ciertas deficiencias estructurales del sistema.
Si la "competencia" es el motor rector del incremento de la calidad
educativa, la educación deja de ser un derecho social para transformarse
en un bien consumible, en un bien de mercado. Los sujetos dejan de ser
ciudadanos portadores de derechos, con igualdad de oportunidades en el
acceso a los saberes socialmente significativos, para transformarse en
consumidores con diferentes posibilidades de elección (determinados por
su capacidad adquisitiva).
Con respecto a la responsabilidad para promover situaciones cada vez más
equitativas y de calidad, la idea de competencia entre escuelas esconde
y desliga las obligaciones indelegables que tiene el poder ejecutivo
para atender realidades heterogéneas, situaciones desiguales,
deficiencias estructurales, y cuestiones vinculadas a mejorar los
procesos de enseñanza aprendizaje.
La competencia entre escuelas implica depositar sobre los factores
endógenos de la vida institucional escolar el éxito o fracaso de las
trayectorias educativas de los niños, niñas y jóvenes; y al mismo tiempo
esconde el verdadero propósito de este gobierno: ofrecer pobres
políticas educativas para los sectores más pobres de la ciudadanía, y
ofrecer lo mejor que puede otorgar el mercado para aquellos con mayor
capacidad adquisitiva.
Pensar en generar futuros rankings entre escuelas es tener esa mirada
desde la derecha económica que solo ve a la educación como resultado
medible y no como un proceso integrador y de formación de personas y
con compromiso ciudadano.
Es importante reflexionar también sobre la parte del informe que se
refiere a los recursos financieros, donde el análisis se plantea como
"gasto educativo" y no como inversión educativa. La noción de gasto en
educación deja en evidencia la visión que tiene el PRO de la educación
como política pública y es más evidente cuando analiza con la misma
perspectiva lo relacionado a lo estatal y lo privado como si el Estado
tuviera que invertir(gastar) en educación estatal igual que en privada.
Hablar de gasto en educación, de competencia, de ranking de escuelas y
valorar por igual lo privado y lo estatal es volver a la lógica del
neoliberalismo de los '90 donde todo se mueve por las pautas del
mercado. Delia Bisutti